En su rostro conviven la armonía
la pureza, la gracia y la dulzura.
Enmarcada en un aura luminosa
su silueta destella una energía
perfumada como pétalos de rosa.
Tan delgada, tan frágil y liviana
que parece flotar con esas alas
invisibles que adivinas en su espalda
y mantienen sus pasos en el aire
protegiendo su piel inmaculada.
Me sonríe con piedad y su mirada
me transporta a un jardín del paraíso
porque nada se compara a su expresión
son sus ojos ventanas del espacio
cordones azules de nuestra conexión.
En su imagen de belleza angelical
puedes verte reflejado cual espejo
revelarte con cientos de defectos
y saber que su presencia es mucho más
que un regalo que bajó del firmamento.
Un respeto me invade desde adentro
una suerte de reconocimiento
hacia el bien, lo bueno y lo sagrado
y sentí redimir cada pecado
hasta aquellos que creía perdonados.
Su presencia supone la llegada
de un futuro colmado de bondades
porque nada supera la experiencia
de saberte tocado por su mano
de sentirte por su aura iluminado!
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