La muerte sí me mató!
y recién ahora lo
comprendo.
Una vez fui condenado
y acepté mi fusilamiento
Pero erraron mis
verdugos, sus tiros certeros
O la soga se cortó,
tal vez por mi peso
O quizá la guillotina le
perdonó a mi cuello…
A veces me parece que mi
sentencia fue un sueño!
Lo cierto es que aún
vivo
y debería estar muerto.
No sabía que moríamos mucho
antes que el cuerpo
quede tieso o se
pudra, como el mío, por dentro.
Uno muere cuando
acepta que está muy enfermo
Cuando se sienta o se
acuesta para frenar el tiempo
Cuando tu vida se enfoca sólo en los recuerdos
Cuando lo único que te
queda es escribirles cuentos
a tus hijos, porque sabes
que nunca podrás tenerlos.