Nunca fuiste mia
a pesar
de los años compartidos
de tus palabras enraizadas
y de las otras
lanzadas al viento...
Nunca fuiste mia
a pesar del contrato
y de cada exigencia que cumplí
a pesar de las humillaciones
que te perdoné
y de las otras
que no se perdonan.
Nunca fuiste mia
ni cuando juraste que lo eras
ante Dios
y ante todo
lo que entonces existía.
Nunca fuiste mia
tal vez por eso nunca
me mataron tus heridas.