Desde que te has ido
he debido silenciar cada estampido
y los días después de la tormenta
comenzaron a pintarse de amarillo.
El viento que ha soplado más el frío
me han dejado un color envejecido
pero he luchado y enfrentado la batalla
tan herido como alerta y convencido.
El dolor por tu ausencia no ha podido
más que darme una fuerza desde adentro
y te espero en un silencio dividido
entre tarde otoñal y halo encendido.
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