Había una vez un muro
generoso en argumentos
desde “salvar las ballenas”
hasta “marcianos sin cuento”
daba lugar este espacio
veinticuatro horas abierto
libre y gratuito, por cierto
aunque no tan inocente
como muchos lo pretenden.
Yo digo que el muro es muro
porque ahora he descubierto
que el verdadero elemento
que encierra tamaño “invento”
no es compartir novedades
sino esconder a los lobos
que esperan caperucitas
que quieren que las atrapen
jugando a las escondidas.
Un muro siempre es un muro
y la red es una trampa.
La novela de Paul Sartre
“the wall” o la Gran Muralla
de púas o de cemento
de estupidez o maldades
el muro de los lamentos
el de Berlín o el de “facebook”
son pan de fusilamiento.
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