Dicen que está escrito
en nuestras manos
el destino que nos fijó Dios.
Yo no creo que sean esas hojas
exclusivas del cielo y su hacedor.
Porque el día que la rosa me arrancaron
otra línea de la vida me marcó
y desde entonces yo vivo
imaginando que vivimos los dos.
O cuando debí frenar el filo
de la espada que en mi carne se incrustó
varias líneas de mis manos se tacharon
y otras nuevas alargaron mi final.
Sin contar las del drama o el dolor,
te aseguro que los años me borraron
muchas otras que de niño se leían
convirtiéndolas en surcos de canción.
Y haciéndome cosquillas en la palma
garabateó mil caminos el amor!